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Introducción:Para
hacer un poema no es necesario esperar a que llegue ninguna inspiración
especial, ni hace falta estar en ayunas, ni ninguna de esas condiciones que
hacen falta siempre para las demás cosas. Basta aplicar las siete reglas
siguientes.
Se cogen unas cuantas palabras, en sí mismo poéticas, y se van distribuyendo poco a poco entre las diferentes estrofas. A unos cuantos verbos se les cambia de ocupación habitual, sin que se den cuenta. Por ejemplo: se cierran las sombras –en lugar de las puertas o ventanas.Se distribuyen también entre las estrofas unas cuantas palabras, de esas que a veces emplea la gente sin saber lo que quieren decir: enhiesto, hirsuto, inerme, inane, incólume, baldío, etc.
Puede ir bastante bien, para lograr mayor fuerza poética, aprovechar algún pedacito de una poesía clásica conocida; así, a Rubén Darío, se le puede coger eso de los “claros clarines”.
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